Los ladridos

Al contrario de lo que comúnmente se piensa, el ladrido en el perro no es un lenguaje. Es una manifestación emocional en refuerzo de posturas. La comunicación no verbal constituye un patrón de referencia concreto para quien convive con un perro.

Cada perro tiene una serie de señales corporales que si las interpretamos correctamente podremos conocer la emoción que nos está tratando de comunicar. Puede tratarse de sumisión, de una solicitud de juego, contacto corporal, una interrogación, etc. Son signos visibles que no sólo involucran gestos faciales o corporales; los gruñidos, los gemidos, jadeos, aullidos y los ladridos, nos dan otras pistas, nos están trasmitiendo sus emociones y sus frustraciones.

Ladrar no siempre es un signo de agresividad, estas vocalizaciones son utilizadas por nuestros perros para expresarse, variables en intensidad, moduladas, de distinta duración y repetición. Son innatas al animal y de todos los cánidos el perro es el único en tener un repertorio tan amplio. Estas vocalizaciones no son monosilábicas a diferencia del lobo y el coyote y con la domesticación han adquirido una significación mayor, como es el caso de los perros de rastreo, donde a través de ellas es posible orientarse.

El origen de las vocalizaciones es genético influido por el medio ambiente y los aprendizajes en el periodo del desarrollo comportamental de transición. Responde a estímulos del medio ambiente que dependen en consecuencia y notablemente de la relación establecida entre el perro y su dueño. Muchos propietarios de animales tienen por tendencia tratarlos como a niños, mimarlos y desarrollar en consecuencia problemas, como por ejemplo los denominados «síndrome de hiperafecto» o la ansiedad por separacion. Suelen ser perros que duermen en la misma habitación de los amos o comen su mismo alimento y a la misma hora, y que cuando sus propietarios están ausentes pueden llegar a desencadenar conductas destructivas, sobre todo con aquellos objetos que tengan una relación con el sujeto de apego. Y que como corolario se dedican a ladrar obsesivamente cuando se quedan solos.

 

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